¡De miedo! El día que se les apareció el diablo a unos borrachos en un pueblito de Tierra Caliente
En Tierra Caliente abundan las historias que pasan de generación en generación, y una de las más temidas es aquella del día en que el diablo se apareció a unos hombres borrachos en una cantina del pueblo.
Cuentan los mayores que, hace muchos años, existía una pequeña cantina donde los hombres del lugar acudían cada noche a tomar, jugar billar y pasar el rato. Aquella madrugada, ya pasada la medianoche, un grupo de amigos decidió quedarse un poco más. Afuera, el pueblo dormía: solo se escuchaban los ladridos lejanos de los perros y el canto de los gallos que anunciaban el amanecer.
De pronto, un relincho rompió el silencio. Un caballo se acercaba desde lo lejos. Los hombres pensaron que sería algún borracho rezagado regresando a casa, como solía suceder en aquellos tiempos. Pero algo no estaba bien.
A medida que el animal se aproximaba, los golpes de sus cascos retumbaban más fuertes, y el sonido del relinchar se volvía más agudo… hasta que, finalmente, se detuvo frente a la cantina.
Los presentes quedaron helados. Frente a ellos apareció un caballo negro, imponente, de ojos rojos como brasas encendidas, con una melena larga y brillante. Sobre él montaba un jinete apuesto, de mirada penetrante y sonrisa inquietante.
Nadie se atrevió a decir palabra. Algunos aseguran que el aire se volvió pesado, y que el olor a azufre comenzó a llenar el lugar. Bastó una mirada del extraño para que las luces de la cantina parpadearan y los vasos cayeran al suelo.
Fue entonces que todos comprendieron lo que estaban viendo…
No era un hombre. Era el mismísimo diablo.
Desde esa noche, cuentan los abuelos, nadie volvió a quedarse bebiendo después de la medianoche en ese pueblo, por miedo a que el jinete de ojos rojos volviera a aparecer.
