La venta de iguanas continúa en Guerrero, pese a normativas ambientales

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vende iguanas

Aunque está sujeta a protección especial, la iguana sigue siendo parte de la dieta y economía popular en zonas de Guerrero

Por las calles de Petatlán, en el tramo que va hacia Zihuatanejo, es común encontrar a Roberto, un personaje singular que, bajo el sol guerrerense, se gana la vida vendiendo iguanas vivas a orilla de la carretera. Con mirada serena y palabras sencillas, Roberto no necesita explicaciones científicas para saber que este reptil forma parte de una tradición culinaria y de supervivencia en su región.

Aunque la iguana no está en peligro de extinción, sí se encuentra en la categoría de especie sujeta a protección especial según la Ley General de Vida Silvestre y la NOM-059-SEMARNAT-2010, lo que implica que su aprovechamiento debe ser regulado y vigilado para evitar su sobreexplotación.

En estados como Guerrero y Oaxaca, el consumo de iguana es una práctica ancestral. La carne de este reptil es rica en minerales como hierro y zinc, superando incluso a la carne de res y pollo en algunos nutrientes. También ofrece proteínas, grasas y carbohidratos, aunque en menor cantidad. Su dieta natural —a base de hojas verdes, frutas y flores— contribuye a que su carne sea considerada limpia y nutritiva.

Roberto probablemente no conoce estos datos en términos técnicos, pero entiende su valor: para muchos en su comunidad, la iguana es sustento, tradición y recurso económico. Y mientras camina junto a la carretera con su caja de madera, desafía tanto el calor como la mirada de quienes se debaten entre la costumbre y la legalidad.

Aunque su venta genera polémica, su figura revela una realidad compleja: entre la pobreza, la cultura alimentaria y la falta de alternativas, la regulación ambiental a veces choca con la necesidad de sobrevivir.

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