Catean pista clandestina, avioneta y planeadores en Arcelia, bastión de la Nueva Familia Michoacana

En un operativo conjunto del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Fiscalía General del Estado de Guerrero, fue cateado un inmueble ubicado en la colonia Reforma del municipio de Arcelia, donde se localizó una pista de aterrizaje clandestina, una avioneta y dos planeadores.
Aunque las autoridades no informaron sobre personas detenidas, el hallazgo refuerza las denuncias que desde hace años han realizado comunidades de la región: Arcelia es considerado uno de los principales centros logísticos de operaciones de la organización criminal conocida como la Nueva Familia Michoacana (NFM), encabezada por los hermanos Jhony “El Pez” y José Alfredo “El Fresa” Hurtado Olascoaga.
Estados Unidos mantiene una orden de captura en su contra y ha ofrecido hasta 8 millones de dólares como recompensa. No obstante, los líderes del grupo continúan operando con aparente impunidad en la región.
Desde Arcelia, según reportes ciudadanos y de organismos de seguridad, parten convoyes armados hacia los municipios de Teloloapan, Tlalchapa, San Miguel Totolapan, Ciudad Altamirano, así como hacia zonas del Estado de México y Morelos. En esta red de control territorial, pobladores denuncian que alcaldes, diputados y senadores han llegado al poder bajo el respaldo de dicha organización criminal.
Además del dominio armado, la NFM ejerce control sobre la distribución de productos básicos, extorsionando al comercio local, inflando precios y vendiendo mercancía adulterada, como refrescos y alimentos.
Según fuentes locales, los hermanos Hurtado mantienen propiedades en San Pedro Limón, municipio de Valle de Bravo, Estado de México, donde poseen ranchos y caballerizas de alto valor, protegidos por una red de lavado de dinero y complicidades políticas.
Pese a que el cateo en Arcelia ha sido presentado por autoridades federales como parte de una estrategia de combate al crimen organizado, en la región persiste la percepción de que se trata de acciones limitadas y sin impacto real en la estructura de poder de la organización.
Para las comunidades de la Tierra Caliente, estos operativos son vistos como gestos simbólicos frente a una realidad más profunda: el crimen gobierna gran parte del territorio, mientras el Estado aparenta combatirlo.